Una mezcla entre sorpresa y tristeza se llevó una familia de Limache que en los últimos días debía sepultar a uno de sus integrantes, en una tumba del Cementerio Parroquial de la comuna. Al abrir la sepultura para efectuar la reducción del cuerpo de su madre, buscando hacer espacio, se dieron cuenta que el ataúd estaba vacío.
Según información recopilada por el Diario El Observador de Quillota, Sabina Alarcón Morales había fallecido en 1994, cuatro años después que su marido. En aquella ocasión, sus seres queridos la sepultaron en la tumba familiar y hasta hoy, periódicamente la visitaban, para recordarla, dejarle alguna flor o simplemente, hermosear el lugar.
Hace algunos días, falleció el yerno de doña Sabina y los familiares iniciaron los trámites para poder dejar su cuerpo, al menos provisoriamente, en la misma sepultura. La intención era hacer una reducción con las personas que ya estaban fallecidas, labor que ejecutan trabajadores del mismo cementerio. Fue entonces cuando ocurrió lo que nadie esperaba.
Golpe Noticias pudo hablar con la familia en cuestión quienes han mantenido reuniones para saber las acciones legales a seguir.
De acuerdo a lo que dijo en una caja metálica estaba un muñeco y algunas vestimentas que acompañaban a la estructura que no eran de la señora en cuestion”, de acuerdo a lo que señaló Verónica Duque, familiar.
Según contó a “El Observador” Keila Apablaza Alarcón, hija de la fallecida, “lo encontraron a 70 centímetros. Eso fue lo más raro, porque no puede estar tan encima. El señor del cementerio nos dijo que tenía que estar a un metro 30, como mínimo y aparte que estaba tapado con latas. Ellos se sorprendieron”.
Pero lo peor aún estaba por venir. Al abrir el ataúd de Sabina Alarcón para iniciar el procedimiento de reducción, estaba vacío.
Como indicó la hija, lo único que encontraron en el interior del féretro eran restos de ropa que no serían de su madre y una especie de muñeca de trapo, que hasta donde recuerdan, no debía estar ahí. Son ingredientes adicionales que hacen aún más extraña esta irregular e insólita situación.
“Nosotros no queremos que esto se quede así. Imagínese que el cuerpo de su madre desaparezca. Es el recuerdo que nosotros tenemos de ella. Yo soy súper incrédula, pero uno se imagina algo malo”, dijo Keila Apablaza, manifestando su preocupación por lo ocurrido.
La hija manifestó que ya han tomado contacto con el padre Mario Lisperguer, párroco de La Santa Cruz y del Santuario de la Virgen de Las Cuarenta Horas, de cuya administración depende el Cementerio Parroquial de Limache.